Con mi lengua en tu espalda escribí un soneto raro.

Abro los ojos. Lo noto, lo siento. Escucho su respiración a mi izquierda. Sonrío. ¿Por qué? Busco como ver la hora. No encuentro el móvil pero si encuentro un recuerdo: yo muerta de frío bajo las mantas, tiritando, cuando de repente noto sus brazos a mi alrededor, proporcionándome ese calor y esa calma que solo él puede dar. Es raro. Fue bonito. Me levanto, sigo buscando mi móvil. Él ni se ha enterado, sigue durmiendo, fue una buena noche. Voy al salón, aquí está mi jodido móvil. Llamadas perdidas y mensajes, ninguno tienen importancia, he estado con él y era todo lo que quería esta noche. Vuelvo a la habitación, se ha despertado: "¿Dónde estabas? Quería darte los buenos días y no estabas." Sonríe. Sonrío. Menos mal que la luz está apagada y no puede ver como me sonrojo. "Te has pasado la noche tiritando, quise abrazarte pero tenía miedo de despertarte." ¿Acaso alguien puede portarse mejor conmigo? Todavía no me he ido, aún puedo meterme contigo en la cama a que me abraces, tengo tiempo. Realmente, me muero de ganas por estar dentro de la cama con él, otra vez. Veo como mueve las mantas haciendo un gesto de 'ven aquí'. Creo que me ha leído el pensamiento, pero no dudo ni un instante, me vuelvo a meter, me abraza, no quiero que esto se acabe nunca. No es el momento de pensar, en unas horas cogerá un tren y se irá. No sé cuando lo volveré a ver, no sé si volveré a dormir con él. Cierro los ojos, me dejo llevar, es hora de sentir.

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