Somos circunstancias que nunca elegimos ser.

Todos merecemos que alguien arriesgue por nosotros, que nos haga sentir vulnerables y a la vez, saber que jamás nos hará daño. Todos deberíamos poder no ser fuertes alguna vez, que las fuerzas flaqueen, sabiendo que hay alguien ahí que te protege y que consigue que nuestro miedo a abrirnos y exponer nuestros sentimientos a alguien, desaparezca. 

Todos merecemos a alguien que deshaga los nudos que se hacen en nuestro estómago cuando algo no sale bien y que sea capaz de romper la coraza que tenemos para protegernos de aquellos golpes que no son físicos. 
Y que duelen más. 

Todos merecemos a alguien que nos deje llorar cuando estamos tristes, sin mediar palabra, pero que esté a tu lado desde la primera a la última lágrima y que también sepa abrazarnos de tal forma que nos dejemos la vida y la recuperemos a partes iguales.

Todos merecemos que nos quieran y no solo mucho, sino también bien.

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