Nunca se muere demasiado.
Aún después de romperte el corazón, pisartelo, pateartelo,
destrozartelo hasta tal punto de dejarlo sin posibilidad de recomponerlo,
aún así, no habrás muerto demasiado.
Y así como los cactus pinchan, el fuego quema,
el hielo congela y el papel corta, tu amor duele.
Y no habré muerto demasiado puesto que sigo tocando los cactus,
acercándome al fuego, pegando la lengua al hielo y pasando las hojas de esta historia sin cuidado.
(Sí, también sigo queriéndote).
Me gusta tu blog
ResponderEliminarUn besito :*
Pre-cio-so
ResponderEliminar