Amar viene de amargura.

 Con el tiempo verás que no es difícil jugar a ese juego. 

Ese juego sin trucos, ni trampas, ni reglas. 

Ese juego al que nadie quiere jugar y todos, con el tiempo, acabamos jugando y creo que siempre acaba gustando (o eso, o que somos realmente estúpidos) porque repetimos una y otra y otra vez. 

Y pierdes siempre. Hasta que aprendes, y dejas de jugar. 

O hasta que por casualidad ganas y eres feliz el resto de tu vida. 

Pero digamos que eso se da en un 5% de los casos.

Es el juego de los vencedores y los vencidos. Los que hacen daño y a los que hacen daño. Los que están en el juego y los que creen estarlo. Los que quieren ganar y los que, tan solo, no quieren salir heridos.